El rendimiento sobre la bici no se gana solo pedaleando más y más fuerte. Hay muchos pequeños mecanismos que te ayudarán a rodar más rápido si los aplicas certeramente. Uno de ellos es el proceso de respiración. Si eres capaz -en realidad es muy sencillo- de aplicarlo como es debido retrasarás considerablemente la llegada de la fatiga, logrando así prolongar en el tiempo el nivel de rendimiento óptimo. De lo contrario estarás lastrándote voluntariamente, atando pesas a tus tobillos para no conseguir volar y explorar tu verdadero potencial sobre la bici.
¿Cómo respirar bien sobre la bici?
Puede parecer increíble, pero la clave para que nuestra respiración sobre la bici sea lo más eficiente posible es reducir al mínimo el gasto energético que supone expandir las costillas a cada inspiración. Una postura adecuada para que los 20 músculos que participan en el proceso sufran lo menos posible y la coordinación entre ello, cada respiración, y los movimientos de pedales y manillar son la clave para que logres respirar bien sobre la bici.
El diafragma es el músculo inspirador principal, pero si la postura de nuestra espalda no es la correcta se convierte en el único. Para que reciba la ayuda de otros (pectorales, trapecio, espinas dorsales…) y que la expansión de nuestra caja torácica sea la adecuada sobre la mountain bike, debemos ejercitar en la medida de lo posible esos grupos musculares.
Es fuerza muscular adquirida nos permitirán potenciar considerablemente la inspiración, liberando de trabajo al diafragma y permitiéndole así realizar su cometido de manera mas rápida y eficaz.
En cuanto a la postura, hay que huir en a medida de lo posible del encogimiento abdominal. Pese a lo aerodinámico de la posición, ideal en determinadas situaciones, cerraremos el espacio entre tórax y cadera, forzaremos el diafragma y nos pondremos en riesgo de sufrir una lesión en la región lumbar.
Así, hay que tratar de mantener la espalda en posición lineal, acompasar la respiración con el movimiento del manillar cuando sea posible y fortalecer los músculos dorsales, lumbares y abdominales en la medida de lo posible. Mantener el tórax en expansión y ayudar al diafragma en su tarea de que consigamos respirar bien es así de simple.
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